Por su naturaleza, exige una rigorosa y refinada técnica de diseño escultórico y de realización. La misma precisión y rigor que debe aplicarse a su manejo para que logre su objetivo primario: despertar el imaginario del espectador. Los principios que rigen el universo de la máscara, contienen el puente ideal entre las artes plásticas y el teatro, ya que su eficacia está determinada por el rigor escultórico de su forma, unido a una función y a un contexto que le dan su origen y razón de ser.
Después de 35 años de búsqueda continua sobre su construcción y uso, Bernardo Rey ha desarrollado en el Cenit un trabajo sobre la máscara que la convierte en un instrumento precioso para revelar y amplificar el carácter y los tonos de las relaciones entre los individuos, un canal que refleja y devela la heterogénea naturaleza del mundo contemporáneo.

















